
«Tensión constante e incertidumbre». Así describe Jose Trejo, impulsor de la expedición Mar de Hielo 2025, los primeros días sobre el hielo del Ártico canadiense. Durante 55 días de expedición —39 de ellos sobre la banquisa helada— un equipo de tres expedicionarios españoles cruzó 613 kilómetros de mar helado siguiendo los pasos de los grandes exploradores del Paso del Noroeste. Pero no era solo una cuestión de distancia: estaban completamente solos, sin posibilidad de asistencia inmediata, arrastrando sus trineos de más de 120 kilos, sin motores, sin emisiones, sin márgenes de error.
El extremeño Jose Trejo, el murciano Francisco Mira “Quitín” y el gallego Sechu López conformaban el equipo de Mar de Hielo, una expedición que se propuso atravesar el Ártico canadiense sobre esquís, uniendo los asentamientos inuit de Resolute Bay y Gjoa Haven por la ruta número 4. Su objetivo no era solo deportivo, sino también histórico y cultural: rendir homenaje a las gestas de los exploradores polares del siglo XIX, alcanzar el primer Polo Norte Magnético registrado por la humanidad y mostrar, a través de la experiencia en el terreno, la inmensidad y fragilidad del ecosistema ártico. Todo ello bajo una filosofía de mínima huella ecológica: sin asistencia, sin motores, sin emisiones.
Desde los confines del norte en Resolute Bay hasta la comunidad inuit de Gjoa Haven, el hielo se convirtió en su única morada. Una ruta extrema, sin precedentes recientes en la exploración polar española, marcada por el frío, las duras ventiscas, los osos y la historia.
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